martes, 27 de marzo de 2012

Bosco...


Que puta es la vida a veces, nos muestra lo felices que podemos llegar a ser para, a la mínima, quitárnoslo todo, y dejar solo humo, los sentidos embotados y el corazón roto. Quizá la culpa es nuestra por no ser racionales, por dejarnos cegar con promesas, que no hechos, por nuestra necesidad de no sentirnos solos, por creer en mentiras que acabaran siendo lo único a recordar. Queremos evitar la soledad a toda costa...
Esta historia trata sobre eso...

Un pub alemán, hedor a alcohol, sexo y penas de desamor, bullicio y una figura solitaria que capta mi atención. Bosco podría pasar totalmente desapercibido sino fuera por ese halo de soledad que desprende. Botas militares, vaqueros desgastados, una camiseta blanca, rapado, barba, y cazadora de cuero negra. Me acerco,
-¿Puedo invitarte a otra cerveza?.  Ni se inmuta
-No me gusta la gente. Gruñe sin ni siquiera mirarme
-Yo no soy "gente", soy Alexandra, y no solo quiero invitarte a la cerveza, quiero invitarte a sonreir.
He captado su atención, despliego mi mejor sonrisa, él su mejor mirada de indiferencia. Me gusta...

Me siento a su lado, los Miss sixty se ciñen a mis piernas como espero que poco después lo hagan sus manos. Sus ojos se clavan en el escote de mi camisa de seda color marfil, y al mirarme a los ojos, un acto reflejo hace que me muerda el labio. Cientos de palabras sin sentido siguen a ese gesto...
-¿Puedo hacerte una pregunta importante Bosco?, le suelto de pronto, -¿Tienes cuenta en Edarling?
Una carcajada enorme brota de esa boca que ansío probar. Ya es mío...

Le invito a salir de ese antro lleno de fantasmas del pasado, mi hotel queda cerca, la habitación 540 siempre está reservada en el fuego para mí. Me abre la puerta al salir y me cede el paso, caminamos en un silencio roto solamente por mis Jimmy Choo rojos, hace frío y aún así siento excesivo calor...(Espero que para comerme el coño lleve él la iniciativa al menos). Pasamos por recepción, Dante nos mira curiosos..(a saber qué pensará de mí). Llegamos a la habitación, Bosco bebe ginebra, yo vino. Sus modales son toscos pero atrayentes. Se acerca a mí para susurrarme:
-Ojalá alguien tan bonito como tú no estuviera tan triste...

Siento frío...¿Cómo lo ha sabido?. Se quita la ropa, se mete en la cama. Silencio. ¿Qué hago?
Empiezo a desnudarme lentamente, la camisa roza mis pezones al no llevar sujetador, haciendo que se endurezcan, me descalzo, me bajo los vaqueros, mis bragas quedan en el suelo apartadas por mis pies. Estoy desnuda. Me siento desnuda ante él.

Busco su calor, me meto en la cama, le abrazo por la espalda, mis pechos se aplastan contra ella, mis manos rodean el suyo, huele a sexo, a indiferencia... Bajo mi mano hasta su polla, despacio, está empalmado, le acaricio lento, suave, moja mi mano... Me acerco a su nuca, le susurro:
-¿Eres feliz Bosco?
-Aunque te contestase a eso, nunca sabrías si te estoy diciendo la verdad o no, la gente miente constantemente.
-Pero tú a mí no.
De pronto solo siento la necesidad de abrazarme más fuerte a él, se me humedecen los ojos con la misma facilidad que el coño, (odio esta sensibilidad, esta puta soledad que me hace querer encontrarme en cuerpos extraños, que intento llenar con camas y almas vacías). Pero él no es así, él está hecho de los mismos daños que yo, de los mismos miedos...y esta noche no vamos a follarnos. Aparta mi mano de su polla, la lleva a su boca, la besa, la aprieta entre las suyas y yo solo soy capaz de besar su espalda. Me duermo así...

Abro los ojos, solo una nota:
"Estabas tan preciosa que no he querido despertarte"

A veces no nos damos cuenta pero hay personas que se sienten tan solas como nosotros mismos.

Si pudiese explicar esa noche en sonidos, serian éstos. Bosco...