domingo, 20 de mayo de 2012

Cicatrices que se vuelven cárceles

*Photo by François Benveniste

Demasiados días sin hundir mis dedos en mí, aquí, en este sitio que considero mi paraíso. ¿Por qué?. Ni yo misma lo se. Tristeza, pereza, vagancia, falta de inspiración...(¿he escrito ya tristeza?). Básicamente no tenía "er chichi pa farolillos", y eso afecta hasta al más inspirador de los Valhallas.
¿Qué ha cambiado para que hoy hayas vuelto? Nada. Esa es la puta y jodida verdad. Nada...
Pero hoy he decidido dedicarme la tarde a mí misma. No hay teléfono, no hay amantes de última hora, no hay ni monstruos bajo la cama. No hay dolor.
Acabo de darme una ducha, sonaba la Diosa mientras acariciaba mi cuerpo despacio, mientras dejaba que el desagüe se llevara todo lo malo (cualquier día lo atasco). Jabón de chocolate, champú de cereza...(este postre no se va a comer solo, nena)
Bajo un poco la persiana, hoy no tengo ganas de ser el motivo de las fantasías del vecino...Tendida en la cama, con el aire entrando por la ventana y esos dulces hijos de puta sonando de fondo. Arropada por las sábanas y sin nada más puesto que un poco de rubor en las mejillas, no hay imágenes en mi cabeza, me concentro en mi respiración, lenta, como las caricias que proceden de las yemas de mis dedos...

  Mi pelo, suave, desprende olor a cereza, me humedece la palma de la mano...mi cara, mi boca, me detengo...mi saliva humedece mis dedos ahora, los saborea; una pregunta flota en mi cabeza: ¿Cómo sabrán después? Continúa el viaje hacia la tierra prometida, mi respiración se acelera, un camino de saliva hasta mis pezones los enfría, los endurece...mi espalda se arquea, mi abdomen se tensa, un gemido...juego con mi tatuaje, recorro sus contornos, su tinta, esa que se haya dentro de mí...siento envidia; prosigo...
Mi ombligo, los costados de mi cuerpo, esas leves cosquillas de placer, un gemido, mis piernas se separan, saben lo que les espera...despacio, lento...lo intento pero me puede el ansia, (no hacía falta la saliva, sonrío)...al fin, un clítoris palpitante, mi espalda vuelve a arquearse, mis dientes muerden mi labio inferior, mis rodillas doblan las piernas, jadeos....mis dedos se adentran, ya no huele al chocolate de mi cuerpo...huele a sexo, al mío...en mi cabeza solo estoy yo, solo mi voz retumba, entran, salen...juguetean en círculos, uno, dos...entran, salen...tres, ahogo un grito mordiendo mi brazo, lo envío en ayuda de los demás dedos...entran, salen, caricias en círculos...me coloco a cuatro patas, hundo la cara contra el colchón, levanto las caderas, ahora entran desde atrás...cuatro, solo uno libre, solo un hueco que llenar...entran cinco, salen...grito, más...y de repente una oleada de inmenso placer...me tiemblan las piernas, jadeo mordiendo las sábanas...ni un solo sonido, solo mi respiración, éxtasis...llevo los dedos a mi boca...
te encontré, mi pequeña hija de puta.

Hay días en que tu cuerpo deja de ser tu cuerpo, hay momentos en los que las cicatrices se vuelven cárceles y no nos dejan casi ni respirar y no, no podemos seguir adelante si no nos liberamos de ellas...
Hay días en los que lo único que necesitas es, quererte a ti misma.

¿Los hombres necesitarán lo mismo?