jueves, 23 de enero de 2014

Mentes Químicas



Falso...
No es juzgarte, es cerciorarme de la mentira callada que es tu vida.
Ríes sin motivo, cuando, para lo que tienes motivo realmente,
es para llorar.
Inventas primaveras donde en realidad sientes inviernos.
Limpias el polvo de tu nariz  como si éso pudiera limpiar tu conciencia.
Te sumerges en copas que sólo suponen un premio a la estupidez masiva,
a la tuya.
Acudes, cada mañana, al funeral de esas células nerviosas que
alquilan tu cerebro por horas, o al parecer, sólo por minutos,
cuyos cadáveres encuentras al despertar en tu almohada,
dejando como rastro sus, o tus, manchas de sangre.
Orgulloso repites lo bien que se vive, lo de puta madre que te lo pasas...
Ay, suspiro...
Qué sabrás tú de la vida si ni siquiera sabes lo que es vivirlo.

Ruletas rusas con 6 balas,
tableros donde te comes una y no puedes llegar a contar hasta veinte,
ouijas con vuestros viejos fantasmas...
Ésos son vuestros juegos.

Fama.
Aceptación.
Risas enlatadas...
Ésos, algunos de vuestros motivos.

Y la mayor falsedad, la que os regala el espejo, la de vosotros mismos
con amenaza de derribo bajo las ojeras,
con una resaca donde, las ganas de rectificar, quedan siempre en paro.

No es juzgaros, ni juzgarte...
es que has derrumbado un mito y con él, las ganas, mi hambre.
Y sí, vendrás a decirme éso de:
"- El que esté libre de pecado que tire la primera china."
que junto con el papel que interpretas te vendrá de puta madre.

Subsistir.
Vuestro gran objetivo.
No dejaros morir aunque ya estéis muertos, por dentro, y en vida...
como una colilla a medio fumar que se consume en los labios.
Y de labios hablamos, porque,
buscáis en ellos el calor de un vacío que os dejaron,
camas frías para cuerpos fríos, cual escena de American Psyco.
Incompletos.
Héroes de nadie. Adicción fue la mía...

Adicción a una boca, a sentirse viva, al calor de una sonrisa,
a saltar en los charcos, al chocolate en su ombligo,
a lo que tiene un palmo más abajo...
A la soledad de no estar solo, a la compañía de no dormir contigo.
Adicta al sexo en las nubes, y en el infierno a veces,
a las madrugadas bebiendo té y bebiéndote, a los abrazos,
a los "zorra" susurrados por su boca y por sus manos...
En definitiva adicta a SER
(escriba aquí todos los sinónimos de "FELIZ" que encuentre).

Hay que follarse a las mentes decía aquél, pero no a las mentes químicas.
(Y hoy, joder, la verdad que éso cada vez es más difícil)
Así que me vais a perdonar el ayuno (totalmente voluntario),
pero, no se hizo la boca del cerdo para la miel de mis labios..
Coño, debe ser que me quiero mucho y me valoro más todavía.
Ey, aún así nada, tranquilos que aún siendo esta mi opinión y,
quizá la de bastante gente, no estaréis solos...
Echa mano a tus bolsillos,
ahí la tienes,
una gran amiga de a 50€el gramo.

Bravo.















viernes, 3 de enero de 2014

Trío no siempre son tres...


Threesixanfive
Caminas por la calle, el sonido de tus pasos como único compañero. La noche es fría, húmeda, en muchos sentidos te recuerda a ella, a ésa que ya no está. Bonita pero, sola, muy sola…
Algo hace que te detengas, una sombra unos metros más adelante, en una de las callejuelas paralelas, una sombra de piernas largas y falda corta. Tus ojos intentan enfocar, puedes sentir una energía emanando de su figura.
Avanzas unos pasos más.
Comienzas a distinguir la palidez de su piel, el rojo de sus gruesos labios, su pelo negro recogido deja al aire su delicioso cuello. Su mirada se encuentra con la tuya. ¿Es miedo lo que lees en sus ojos?

Una nueva figura surge a su lado, es un hombre. Puedes ver como su mano agarra de las mejillas con firmeza la cara de ese ángel desvalido. Sientes que la agresividad y el instinto protector empiezan a recorrerte. Avanzas un paso más y ella vuelve a mirarte. Esta vez sonríe maliciosa. Te detienes. Se muerde el labio y vuelve a mirar a su acompañante. Desafiante.
Él le coma la boca.
Ella desliza su mano hasta la cremallera de sus pantalones. Puedes ver sus lenguas jugueteando, puedes sentir el hambre que se tienen, que se provocan… No sabes qué hacer. Te escondes. No quieres dejar de mirar, ella sabe que estás ahí, entonces..
¿Por qué lo hace?
Un gruñido resuena en el aire:
-¡Zorra! Me has mordido.
La agarra por el cuello llevándola contra la pared. Ella sonríe triunfante. Puedes ver como, sin soltarle el cuello, separa sus piernas y hunde la mano.
-Así que ésto te pone caliente…
steampunkgasoline
Atónito. No te lo podrías creer si no fuera por la erección que se aprieta contra tus pantalones. A ti también te pone caliente. Cierras los ojos un segundo, los abres aún incrédulo. La sombra del hombre se agacha, observas sus manos acariciando lentamente las piernas, puedes distinguir la liga de las medias a medida que sube lo que parece un vestido no una falda. Un poco más arriba…

-Joder, la muy hija de puta no lleva bragas.- piensas…

Ves como acerca su cabeza, como la mano de ella le acaricia el pelo atrayéndolo a su vez hacia sí misma. Casi puedes sentir el sabor de su sexo en la lengua…salivas…

El sonido de un gemido femenino, una pulsión dentro de tus pantalones. No quieres apartar la mirada. El cuerpo de ese ángel pegado a la pared, arqueando por momentos su espalda, tirándole del pelo…
Le hace levantar la pierna, apoya la suela de sus zapatos de tacón en su hombro. Jurarías que puedes notar como hunde hasta la nariz en ese infierno, como entra y sale su lengua en busca de más líquido. Te llevas la mano al paquete, ¿hace cuánto no estabas así de excitado? Te acaricias por fuera, la presión aumenta. Entonces vuelves a verla mirándote a los ojos, con los labios hinchados por los besos, de tez blanca y a la vez hermosa, entre sombras y a la vez iluminada.

¿Y si fueras tú ese hombre?
¿Y si pudieras hundirle los dedos abriendo su carne hasta que cortara el silencio con sus gritos?
¿Y si tuvieras la cara empapada de todos sus jugos y no                       parases hasta que se hubiera corrido varias veces para ti?

Te incita. Te desabrochas el vaquero, acaricias tu polla por encima del bóxer. Ella se lleva los dedos a la boca sin dejar de mirarte, los lame. Encima juguetona…
¿Y si te ve alguien?
Te da igual, te la sacas y empiezas a tocarte. Dos dedos entrando y saliendo de su boca. Menuda zorra. Sientes el calor pegajoso en la punta de tu polla, en tu mano. Escuchas los gemidos de ella, los jadeos de él, los latidos de tu propio corazón en tus oídos. Su pecho subiendo y bajando a través del abrigo abierto, la cabeza echada hacia atrás. No hay control, para ninguno de los tres. Ella desea verte, tú deseas verlos a ellos. Tus huevos se van cargando, tu mano cada vez va más rápido. Desearías ser tú el que le follase la boca, apartar sus dedos y hundirla hasta su garganta, que sus gemidos quedasen ahogados por la leche caliente que derramarías en ella, mientras a la vez se corre…
Estás a punto, más fuerte, igual que le pasa a ella. Gime, agonizas; empuja su cabeza, tu mano aguanta las embestidas. Todos tus músculos tensos. Calor. Tensión. Un grito ahogado…

Todo se vuelve negro, cierras y abres los ojos despacio, tu semen aún gotea hacia el suelo, un leve mareo y ella sonriendo.

El hombre ha alejado la cabeza de entre sus piernas, aún sin levantarse la acaricia. Es preciosa y jodidamente malvada. Apoya el pie en el suelo, se coloca bien el vestido, se abotona el abrigo y él se levanta. Guardas tu propia polla, la cremallera, la compostura y el escalofrío que recorre tu espalda. Sales de tu escondite, se dirigen hacia ti, él la lleva sujeta del brazo, posesivo.
Pasan a tu lado, charlan…
-En cuanto lleguemos a casa pienso hacer que grites de nuevo.- le oyes decir a él.
No te ha prestado atención, no sabe que les has visto, pero ella…ella sí. Ella…ella te ha sonreído. Hueles su perfume, escuchas el sonido de sus tacones alejarse. No podrás olvidar jamás esa experiencia, ni el sabor que dejó en tus labios.
Sigues caminando, ya no hay noche sin ella.



Lo bueno de escribir es que puedes contar las historias desde el punto de vista que elijas. Siempre me he preguntado cómo vivió aquel chico la experiencia de una pareja que, dejándose llevar en la calle, provoca el placer de una tercera. Siempre quise estar en su mente por un segundo y saber qué sentía mientras, en mitad de la noche, me corría para él.